(Reproducción del artículo publicado por el Magazine Yorokobu el 10 de mayo de 2014 donde nombran a Zaragoza de Luxe. Por Alejandro Panés)

Fuente: Yorokobu Magazine 2014

¿Cómo es posible que no hayáis oído hablar del Luxe? De ese fenómeno estético y arquitectónico setentero y ochentero que inundó las ciudades españolas e hizo de las fachadas un árbol de navidad. Es algo grande, un orgullo patrio, los primeros vestigios de la marca España, nuestra expresión idiosincrática sobre el granito, una seña de identidad.

Para ser honesto yo tampoco había oído hablar del Luxe hasta que fui a una muestra de Santiago Lorenzo en La Casa Encendida. Allí apareció él, como quien se da un paseo por el salón de su casa, con el pretexto de debatir si podía salir una novela de un montón de fotos. De repente nos convertimos en los amigos a los que enseña unas cuantas fotos de un viaje familiar a Torremolinos. Solo que claro, no era sobre un viaje a Torremolinos ni tampoco unas cuantas. Fue más concretamente un carrusel de 300 diapositivas sobre cosas. Sí, sobre cosas que oscilaban entre la aberración arquitectónica, el atentado a la lógica y por supuesto, el Luxe.

Santiago Lorenzo mirando a un muñeco. Foto de Pascual Anega

Según Lorenzo, el Luxe «es el torbellino del pop anglosajón cayendo en la España antipop del franquismo. Y dentro de un momento industrial en el que se popularizan los nuevos materiales, que admiten además nuevos procesos de tintado (hasta entonces casi imposibles)». A mí me parece una estética superrecargada con un afán claro de moderneo que paradójicamente quedó desfasada muy rápido. Como si ese afán exagerado de demostrar lo modernos que éramos –no solo las personas sino el país también− se hubiera vuelto contra el Luxe y lo hubiera envejecido más deprisa.

Foto: Santiago Lorenzo

Y no solo ha envejecido deprisa sino que también ha desaparecido deprisa. Lo moderno en su día quedó anticuado ayer. La vorágine del progreso ha devorado indiscriminadamente el Luxe. Menos mal que Santiago y su amigo Jules llevan varios años documentando estos vestigios en ciudades como Valladolid, Jaén, Bilbao, Palencia, Zamora, Segovia, Burgos, Ávila y, en parte, Madrid y Barcelona. Ellos beben de los pioneros en esto, la página web zaragozadeluxe, que empezó a recopilar «luxemas» en Zaragoza hace ya más de una década. Allí describen su misión como «la recopilación −para usted− de fachadas imposibles, arquitectura enloquecida, rótulos psicotrópicos y otras referencias delirantes que la década de los 70 dejó en Zaragoza (ciudad inmortal)». Casi nada.

(Tipografía Luxe en Zaragoza. Fotos de Zaragozadeluxe)

¿Por qué le seducirá tanto el Luxe a Santiago Lorenzo? Para él la naturaleza del Luxe se asemeja al éxito de Los Simpson. «El éxito tremendo de Los Simpson, entre millones de personas que no entienden la mitad de los chistes, se debe a que la serie es en colorines. En muchísimos colorinches brillantes que no pueden sino atraer. El luxe seduce de forma parecida».

El despliegue de Luxe que acontece en La Casa Encendida es sobrecogedor. Las imágenes se suceden una detrás de otra hiladas por el discurso indiferente e irónico del creador. La calidad de las fotos es deficiente. Sin embargo hay algo en esa pobre calidad de imagen que casa bien con la nostalgia visual de este estilo. Aun así, llega un momento en el que el purismo «luxístico» se ve amenazado por la inclusión de horteradas comunes y elementos cañí. ¿Cómo diferenciar lo cañí de lo luxe? Al parecer lo segundo se ha convertido en cañí pero «este es eterno mientras que el Luxe (pura estética arquitectónica y tipográfica) tiene localización cronológica (desde 1970 hasta 1979 más o menos). Sin perjuicio de que a veces la rebase, para adelante o para atrás».

¿Hará algo Santiago Lorenzo con su vasta colección de vestigios de esta época? Por ahora no, aunque reconoce que un fotolibro no estaría mal. Nosotros lo esperamos ansiosos.


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