En unos años en los que arreglar la ciudad suponía derribar manzanas enteras de edificios históricos y abrir grandes avenidas como si esto se hiciera con una goma de borrar sobre un plano, surgió la peregrina idea de unir la Puerta del Carmen con la Academia General Militar en línea recta mediante una gran avenida cuyo nombre llegó a ser La VÍA IMPERIAL.
Esto conllevó la sustitución de la pasarela peatonal sobre el río Ebro por el Puente de Santiago y destrucción de la manzana de casas comprendida entre la calle Cerdán y la calle Escuelas Pías. A punto estuvo este plan de borrar de un plumazo el Mercado Central y el Colegio de los Escolapios.
Entre tal caos de derribos y destrucciones sí que se levantaron algunos edificios interesantes (desde nuestro peculiar punto de vista). Uno de ellos es el Edificio Imperial, que toma su nombre de la gran avenida proyectada, La Vía Imperial, que finalmente se denominó Avenida César Augusto, como pidiendo perdón al fundador de la ciudad por esos desmanes urbanisticos.
Del Edificio Imperial y sus delirios de grandeza podemos destacar el pomo dorado del portón, todo un trabajo de orfebrería y con una tipografía que recuerda sospechosamente a la del rótulo del cercano Edificio Ebrosa.
Lamentablemente el pomo de la imagen anterior ya ha desparecido con el cambio de la puerta del patio del inmueble. Aún podemos disfrutar de otro pomo idéntico, menos lustroso, reciclado tras el cambio de la puerta del otro portal del Edificio Imperial, en la Avenida César Augusto, colocado sobre los porteros automáticos.